domingo, 15 de septiembre de 2019

Página en blanco

Domingo.

20:43

      Regreso al escritorio para enfrentarme a la última página en blanco del día. Pienso que el tema es sencillo y que cerrar el texto no me llevará mucho tiempo, pero haría mal en subestimar el reto. Escribir es peligroso en tanto en cuanto se parece a beber copas con tus mejores amigos: puede ser maravilloso o terrible, y, normalmente, es lo segundo. En ambos casos, como ocurría antes cuando llegaba el verano, se disfruta más el momento previo, el inicio de algo, por el mero hecho de saber que vas a vivirlo, que vivirlo propiamente.


20:50

      Cuando escribo una noticia, no lo hago en orden, es decir, no empiezo por el principio ni acabo por el final. Primero redacto el segundo párrafo más importante, que es en el que se cuentan los datos sustanciales. Supongo que porque tengo todos los detalles frescos. Luego pienso cómo abrir el texto, la tarea más difícil de todas y la que me lleva más tiempo. Puedo escribir diez inicios distintos antes de quedarme con el definitivo, pero es necesario detenerse tanto en ello. Si no atraes al lector con las primeras líneas, estás perdido. El resto ya viene solo, se trata de unir las partes.


21:22

      No siempre se puede ser brillante, por lo que la clave para dar a luz un buen texto es restarle trascendencia al asunto. La mayoría de las veces, uno habla sobre trivialidades, y escribir no debe ser sino un residuo de ello. Yo intento aplicarme el cuento, pero, al final, siempre acabo dando una vuelta a la manzana aunque haya una calle transversal por la que se llega antes a donde quiero.


21:34

      Redactar a diario casi como un autómata sirve de mucho. Te ayuda a rematar la tarea sin tener que usar apenas el cerebro. Es parecido a lo que le ocurre a Ricky Rubio cuando entra solo a canasta. De tanto repetirlo, anotar de bandeja forma ya parte de su genoma.



21:52

      Nada de lo anterior vale cuando se está vacío. En esos casos, escribir se parece a hacer política. Borges, en ‘El Aleph’, dio en el clavo en este sentido: “Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuera admirable”.



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