Jueves.
10:39
El
Periódico J es un barco viejo que se mantiene a flote a duras penas.
Prácticamente lo único que le ayuda a continuar navegando es la resonancia de
tiempos pretéritos y mejores, cuando surcaba las aguas imponente y todo niño
enamorado del mar soñaba con ser grumete en sus filas. Hoy sigue un rumbo lento
e incierto supeditado a las múltiples veleidades del Capitán Garfio. No se
trata este del esbelto y ominoso personaje de la factoría Disney, sino, más
bien, del decadente, irascible e histriónico cacique al que interpreta Dustin
Hoffman en 'Hook' (1991), un sátrapa de ego ciclópeo afectado por el síndrome
Norma Desmond que dirige el cotarro a golpe de látigo y que somete a su
tripulación a una serie de caprichos que convierten la agogé espartana en el
corro de la patata. Hasta comparte con esta caricatura hollywoodiense el arqueo
de cejas a lo media luna, aunque Hoffman, por lo menos, hace gracia.
Igual que el personaje original de J. M.
Barrie, el Capitán Garfio del Periódico J agota los días a ramalazos obsesivos,
si bien cambiando la espada por la pluma, que, ya se sabe, es más poderosa. El
tipo esgrime la palabra con cuestionable destreza, pero sin vacilaciones, con
el único objetivo de alimentar su vanidad y la de su troupe, y en la despótica
tarea embiste -o lo intenta- contra quien no le baila el agua. No siempre
acierta, pero la ausencia de duda en el ataque disfraza de éxito el fracaso.
12:10
Tengo empezados tres relatos o cuatro, pero no
sé cuándo voy a terminarlos. Ni siquiera si los terminaré. A veces me acuerdo
de que están ahí, secándose igual que un bacalao en un patio de luz lleno de
colillas, mugre y excrementos aviares, y vuelvo a uno de ellos para darle un
picotazo. Releo lo que tengo escrito y creía consolidado, pongo este adjetivo
detrás de su sustantivo en vez de delante, sustituyo esta coma por un punto y
seguido, añado otro parrafito, lo sobo hasta de nuevo creerlo consolidado y lo
dejo todo reposando de nuevo. Días después hago lo propio con otro de los tres
o cuatro, luego quizás vuelvo al primero y dos semanas más tarde cojo el
cuarto, pero me apiado del tercero y también le echo un vistazo. Pero llega un
punto en el que es imposible seguir aparcando otras obligaciones y me veo
obligado a olvidarme de mis relatos y a aplazar sine die la tarea de corrección.
18:06
Admiro en extremo a aquellos escritores de
antes que publicaban en aquellos periódicos de antes los relatos por entregas
de antes. Cada semana, una narración nueva o la resolución de la primera parte
publicada varios días atrás. Ayer descubrí, por pura casualidad, que cierto
narrador lagártico fue, hace treinta años, uno de ellos y que publicaba en el
Periódico J. Aprovechando que, de momento, puedo, he rescatado de la hemeroteca
virtual varios de sus relatos noventeros, cuya prosa mordaz y joputesca te
sume, a ritmo de galope, en un submundo biliar, hiperbólico y desternillante.
No puedo pronunciar, empero, el nombre del autor, no vaya a ser que vengan
represalias del Capitán Garfio. Mucho cariño, según he leído y me han contado,
no se tienen. Como Garfio, hay quienes usan la palabra para regalar oídos y
alimentar egos -tanto el propio como ajenos- en vez de para combatirlos. Por
suerte, aún quedan piterpanes y robinjudes del verbo.
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